- Que la app no capte el suficiente interés tras su primer o segundo uso.
- Una mala experiencia de usuario. (Con una navegación poco intuitiva, fallos técnicos, errores, etc.
- La creación de expectativas que no se cumplen.
- Que comience con un Onboarding demasiado largo e instructivo.
Diseñar una aplicación con un alto índice de descargas no es suficiente. El logro está en crear una app que tenga éxito y se use de forma regular. El primer paso para hacerlo consiste en poner especial esfuerzo en el diseño del Onboarding de dicha aplicación.
- Salir de lo común con animaciones en la introducción. El periodo de atención del usuario al abrir una app por primera vez dura entre 5 y 8 segundos por lo que interesa comenzar con una introducción que vaya más allá de lo normal. Una buena ilustración puede ayudar a conseguirlo y si encima está animada, se aumentan las posibilidades de enganchar al usuario mostrando de forma clara y visual para qué sirve la app y ofreciendo una idea general de su funcionamiento. Conviene incluir en la animación texto explicativo para mejorar la comprensión del nuevo usuario.
- Dar la posibilidad al usuario de que siga el proceso learning by doing. El usuario aprende antes interactuando directamente con la app en lugar de viendo un vídeo explicativo o un conjunto de instrucciones. Si se trata de una app algo compleja en la que no está claro qué hacer desde el primer momento es interesante incluir algunas instrucciones integradas en este proceso en el que usuario explora la aplicación.
- Hacer los tutoriales opcionales. Hay usuarios que desean saber más información sobre las funciones de la aplicación, mientras que otros ya las saben o intuyen. Conviene mantener contentos a ambos tipos de usuario haciendo que los tutoriales del Onboarding sean opcionales. Por ejemplo, incluyendo botones para “iniciar” u “omitir” el tutorial.
- No excederse con las coaching marks. A menudo se usan para que los usuarios sepan rápidamente cómo navegar a través de la aplicación, las marcas de coach pueden ayudar a saber cómo moverse mejor dentro de una aplicación. Aún así, su uso requiere un término medio para evitar una pantalla sobrecargada o confusa. Se debe evitar usar estas marcas para funciones que tienen sentido común.
- Dejar que los elementos respiren. Los espacios vacíos son aliados. Las apps se ven en pantallas pequeñas. Por lo tanto, es lógico pensar que demasiados elementos, ya sea una imagen o unas instrucciones de bienvenida, van a crear confusión. Es importante usar de manera efectiva espacios vacíos y distribuir las explicaciones en varias pantallas. Esto facilitará que los usuarios asimilen mejor las instrucciones.
- Ofrecer una versión demo de la app si esta requiere suscripción. Los consumidores de apps hoy en día están dispuestos a compartir información personal, pero solo si saben lo que obtendrán a cambio. Cuando la app implica que el usuario cree una cuenta y comparta sus datos personales conviene ofrecerles una versión demo para darles una opción de «prueba» antes de pedirles que se comprometan con algo más.
- Hacer de los tutoriales pequeños juegos. Si la aplicación requiere de manera inevitable un tutorial hay que evitar que entorpezca el proceso de Onboarding. Una manera de hacerlo es convirtiéndolo en un mini juego, con “recompensas”. Que el tutorial sea una “búsqueda del tesoro”, usando felicitaciones al acabar, motiva al usuario a seguir con el proceso si sentirse frustrado.
En resumen, las primeras impresiones importan. Sobre todo si se pretende que la aplicación diseñada no termine por ser una de tantas que se descargan para ser usadas una única vez. En un buen Onboarding no debe faltar la simplicidad y el protagonismo de la marca. Estos son los pilares básicos para mantener al usuario conectado a nuestra app.