Si eres de las personas que piensa que los creativos somos el “pinta y colorea” del mundo laboral, bienvenido a la dosis de realidad que tu mente necesita.
No te preocupes, a no ser que pertenezcas a este sector o tengas familia/conocidos que lo hagan, quizás nunca te hayas parado a pensar en todo lo que hay detrás de un logotipo, un cartel, una campaña publicitaria, etc. Y es tristemente normal que, si nadie te lo ha contado o mostrado, veas este trabajo como algo meramente bonito y divertido.
Es cierto que actualmente se tiene más conocimiento de la importancia de este sector. Sin embargo, expresiones como “si es un momentito, no te cuesta nada” o “búscate un trabajo de verdad” (en los casos más extremos), demuestran que aún queda mucho por hacer.
¿Quiénes son los creativos?
Quiero aclarar esta pregunta porque siempre había dado por hecho que un diseñador era una persona creativa, pero cuando empecé a buscar trabajo ví ofertas de lo más variopintas posibles, y me di cuenta de que no era tal y como yo pensaba. Descubrí que se establece una diferenciación entre el diseñador y el creativo que radica en las funciones que se llevan a cabo en el puesto de trabajo y no en las aptitudes de la propia persona.
Así que no, un diseñador y un creativo no son realmente lo mismo.
En líneas generales, el creativo se ocupa de definir la idea clave y el diseñador, gráfico en este caso, la plasma y da forma. Sus labores son distintas, pero son absolutamente complementarios. De hecho, el trabajo de ambos en conjunto es lo que hace que un proyecto sea brillante.
Pero…¿qué es lo que hacen?
El diseñador gráfico no es una persona que sepa utilizar programas de diseño como Illustrator y Photoshop, es aquel profesional que maneja el lenguaje gráfico y la comunicación. La percepción visual, la teoría, simbología y psicología del color, la expresividad a través de las formas, trazos y texturas, la tipografía, el impacto visual, la composición… Y que además controla los programas o herramientas necesarias para poner estos conocimientos en práctica. Por otro lado, el creativo debe saber sobre marketing y estrategia de mercado, conductas sociales y de consumo, comunicación, opinión pública y conocer además la comunicación audiovisual y lenguaje gráfico.
Pese a todo esto, es muy común que el diseñador haga las funciones del creativo y viceversa, por eso de ahora en adelante todo lo escrito referido al “trabajo creativo” o “creativos” incumbe a ambos perfiles.
El “detrás de las cámaras” del trabajo creativo
Pese a que haya personas que sí valoran todo lo que hay detrás de un proyecto, existe una popular creencia mágica según la cual se enciende el ordenador y las cosas ya están listas.
A diferencia de esto, los creativos invertimos mucho tiempo y esfuerzo pensando y probando tanto conceptos como diseños. Todo proyecto tiene una gran carga de trabajo detrás que responde a las necesidades específicas de cada cliente.
No lanzamos propuestas sin más. De hecho, antes de presentar algo, hacemos testing para comprobar la funcionalidad del proyecto y ver si transmite lo que queremos transmitir, si se entiende, etc. En caso de que el resultado no sea el que esperamos, no reparamos en volver por nuestros propios pasos y rediseñar lo que sea necesario para que la solución final funcione a la perfección.
A grosso modo, generalmente el trabajo creativo aborda las siguientes funciones:
- Recepción e interpretación de las instrucciones por parte del cliente mediante un documento oficial llamado briefing
- Brainstorming, o lluvia de ideas, con respecto al tema
- Ideación y selección de los conceptos que más se ajustan a las instrucciones
- Realización del diseño, normalmente más de una propuesta
- Testing de las propuestas
- Elaboración de dossier y/o presentación para el cliente
- Recepción de la opinión del cliente, conocido como feedback
Además, si se solicita, se realizan las adaptaciones o rediseño de la propuesta necesarias para que el proyecto se ajuste completamente a lo que el cliente busca. En caso de rediseño, según el número de modificaciones que se hayan establecido desde el principio con el cliente, habría que volver a empezar y repetir el proceso hasta llegar al resultado deseado.
Este trabajo obviamente no lo realiza la tecla de encendido del ordenador, ni es algo que se haga en un momentito.
Este tipo de pensamientos devalúan una importante profesión gracias a la cual las marcas, desde las más grandes a las más pequeñas, son conocidas e incluso icónicas, y son capaces de transmitir no sólo mensajes sino también sentimientos de forma coherente a su propia personalidad.
Las páginas web y apps móviles son funcionales, adaptables a distintos formatos y su estética e incluso lenguaje es acorde a la marca. La cartelería es representativa, reconocible y memorable, capaz de transmitir sensaciones y provocar un comportamiento en los usuarios. Una revista puede ser fácil y cómoda de leer, e incluso capaz de llevarte a leerla más detenidamente o hacerlo de forma rápida debido a su diseño. Un anuncio de televisión puede llegar a crear, o descubrir, una necesidad que el público potencial ni sabía que tenía, etc. Todo esto son solo algunos ejemplos de lo que la creatividad puede llegar a hacer.
Por ello, el creativo es uno de los perfiles más demandados en las empresas, dado que aporta una notable ventaja diferencial y también porque la creatividad es una de las pocas habilidades que la inteligencia artificial no puede replicar. De modo que, como algo único que tenemos, es importante seguir visibilizando y concienciando sobre la gran labor que los creativos llevamos a cabo.